- diciembre 22, 2020
El mundo desarrollado se ha hecho adicto a dos herramientas económicas desde la Gran Recesión: las tasas de interés bajas y la flexibilización cuantitativa (QE). Ambas se suponía que eran un arreglo temporal, después de la mayor recesión en una generación, para impulsar la economía. Sin embargo, se mantuvieron. No sólo se infiltraron en la vida económica, sino que también nos hicieron dependientes de sus servicios públicos.